Nos estamos preparando para cuando podamos volver a juntarnos a compartir en familia o con amigos. Con el dinero que se recaudó en el “Primer Festival Virtual de Sabores a la Olla”, construimos un horno de barro que se suma a las comodidades que se ofrecen a nuestros socios al momento de organizar una celebración donde la gastronomía es importante.

La historia del horno de barro

Los datos precisos sobre el nacimiento del arte de cocinar en un horno de barro se pierden en la historia de la humanidad. Su origen, según recientes descubrimientos, nos remonta a Egipto (4000 años a.C.) y una amplia región, más precisamente en la media luna formada por los ríos Tigris y Eufrates, lugar bendecido por la excelente calidad de arcilla, muy particular por su dureza y aislamiento, conservando el calor mucho mejor que otros barros o tierras arcillosas.

Vestigios arqueológicos los sitúan en lugares muy dispares y alejados unos de otros. En Europa, por ejemplo, eran famosos los grandes hornos «comunitarios» donde expertos cocineros cocinaban el pan del día, primero para el Rey y su corte y luego para la plebe. En Chile e islas aledañas de todo el Pacífico, famosos reductos de piratas, a los hoyos o huecos que hacían con piedras en la arena para cocinar sus alimentos, se los llamó «boucaners» (de allí el nombre de bucaneros). Más cercanos a nuestro país, los primeros indicios vienen de la mano de los indios guaraníes, establecidos en él limite con el Paraguay, que llamaban al horno de barro Tatacuá (tata: fuego – cuá: cueva / Cueva de fuego) o Pacuá (Hueco del diablo).

En Argentina y con la herencia de criollos y españoles, su uso se vuelve casi obligado en los primeros asentamientos rurales y ciudadanos, destacándose las regiones del norte, noroeste, noreste y centro como la meca de estos verdaderos baluartes. Luego con el tiempo se fueron extendiendo hacia otras regiones. Así, de esta manera, las costumbres gastronómicas argentinas o también llamadas rioplatenses de la época incorporan de un principio a estos hornos, ya sea de la mano de la cultura indígena como de la raíz inmigratoria que por aquellos años fue poblando las distintas regiones. Su uso no tiene fronteras, encontrándose vestigios culturales no solo en Argentina sino en países limítrofes como Chile, Uruguay, Paraguay, Brasil y Bolivia, o los lejanos europeos como Alemania, Italia, España, Norte de áfrica, Medio Oriente, etc.

Llamarlos hornos de barro obedece a una vieja costumbre rioplatense donde se nombra al barro como principal material en su construcción. Remontando un poco la historia «constructiva», lo cierto es que en el período en años desde la creación del Virreinato del Río de la Plata hasta fines del siglo XIX y principios del XX, construir un horno en la «campaña» ó en el medio del campo, era posible gracias a la manufactura del adobe criollo. Este material de construcción, también llamado chorizo campero, interviene en toda la estructura del horno (base, piso, bóveda y revoque) y se convierte gracias a la astucia gauchesca de aquellos tiempos en el primer refractario natural usado. Su composición presenta una dosificación de materiales que se encuentran perfectamente en cualquier tipo de terreno; tierra negra arcillosa mezclada con algo de arena, paja vizcachera o bosta de caballo, a veces algo de viruta o carbonilla y agua. Con la paciente mezcla de estos elementos, ya sea en pisadero de caballo, a zapa y pala o directamente con los pies y manos, se forma el barro campero usado para múltiples propósitos, entre ellos la construcción de casas, ladrillos, piezas cerámicas y otros.

Y ahora probamos el flamante horno de barro de CESUAR con esta receta: Tortilla rellena al horno de barro

INGREDIENTES:

  • PApas 1Kg
  • Huevos 8
  • Jamón cocido 150grs
  • Provolone 150grs
  • Tomate cherry 150grs
  • Cebolla 4
  • Pimientos rojos 3
  • Champignones 150grs
  • Pimentón
  • Sal y pimienta a gusto

PREPARACIÓN:

Cortar las papas en cuadraditos chicos, aceitar una asadera y cocinar al horno, reservar. En un bol mezclar los huevos, condimentar y volcar las papas. Mezclar bien. Calentar una sartén grande con un poco de aceite en el horno, volcar la mitad de la preparación de la tortilla, llevar a horno fuerte hasta que coagule apenas, retirar y colocar el jamón en fetas, el queso en cubos, los cherrys enteros salteados con la cebolla, el morrón y los champignones. Terminar con otra base de jamón. Volcar la otra mitad de la preparación por encima y volver a llevar al horno durante unos 30 minutosa unos 170°c. Si dora mucho tapar con aluminio.